Cuando decir adiós se hace constante

Cuando decir adiós se hace constante

Cuando decir adiós se hace constante

Karla Zapata Pérez[1]

Quienes conocen Pekín pueden considerar que es una suerte de ciudad-puerto, aun sin tener acceso al mar. Una urbe en donde el intercambio económico, cultural y social, alimentado por el constante flujo de extranjeros, ha acompañado a las aceleradas transformaciones que la capital china ha vivido por años.

Al menos así fue hasta finales de enero de 2020, antes de que un porcentaje representativo de personas retornara a su país de origen con la intención de esperar a que se calmara la situación generada con el surgimiento del covid-19. Es posible que nadie imaginó que, un par de meses después, el país suspendería la validez de los permisos de residencia de quienes se encontraban fuera del territorio chino; muchos tuvieron que esperar más de seis meses para poder regresar y retomar su rutina; mientras que otros debieron darle un nuevo rumbo a sus vidas, dada la imposibilidad del retorno. Y un grupo, cada vez más reducido, mantuvo la esperanza de retornar en algún momento, sin poder hacerlo, incluso, luego de dos años y medio.

Aeropuerto Internacional de Pekín. 30 de enero de 2020. Todas las fotografías cortesía de la autora.

Revisando las circunstancias de la estampida de 2020, recordé los motivos que me trajeron a este país hace ya 15 años. Recuerdo ver a mi familia en la línea de separación del aeropuerto, la emotiva despedida, la emoción del primer viaje internacional. Yo partía. Ellos, familiares y amigos, permanecían en el lugar de siempre. Un vuelo con transferencia en Europa me trajo a esta esquina del mundo, en donde todo era desconocido para mí y no había tiempo para pensar en lo que quedaba atrás. Un relato nada especial que coincidía con la historia de cientos de extranjeros que venían con frecuencia a vivir en China. 

Ya en China, recuerdo el proceso de adaptación a la cultura y la lengua locales, así como a la convivencia con muchas culturas extranjeras. También recapitulo los mayores periodos de éxodos anuales: fin de año occidental, vacaciones de invierno, año nuevo chino, vacaciones de verano. Antes de 2020, se asumía con bastante normalidad que, en algún momento, los amigos cercanos se irían y otros llegarían, no para crear remplazos, sino nuevos vínculos.

Aeropuerto Internacional de Pekín – Daxing. 13 de julio de 2022.

Ahora, ¿qué ocurre cuando quien se queda en tierra eres tú, en una época en la que los retornos o los nuevos ingresos son escasos? ¿Qué pasa cuando estando en un país que no es el tuyo, tus afectos más cercanos emigran de manera continua? Es imposible recordar a cuántas personas le he dicho adiós. Un día, simplemente, dejas de contar. En oportunidades, también dejas de acercarte a otros o comienzas a tener contactos más distantes o de exclusivo interés profesional. Resulta más fácil dejar al otro afuera, eludir nexos. Al menos de esa manera disminuyen las despedidas, se soluciona un problema humano de manera superficial. 

Es posible que permanecer en China, luego de tantos años, pueda ser visto como una extravagante locura o una falta de osadía, a mí me resulta estéril limitarlo dentro de un solo concepto. Por otra parte, me llama la atención lo inhabitable que puedes convertirte cuando decides aislarte dentro de un entorno que, por naturaleza, ya te aísla. También entiendo que la experiencia variará según la persona, y me resulta curioso cómo podemos llegar a coincidir en un mismo punto: aprender a estar solos sin estarlo. 

El solitario. Calle Dongzhimen Bei Xiaojie. 30 de noviembre de 2015.

Estabilidad: tempestad vestida de calma

Cuando se es inmigrante o expatriado, son muchas las razones que pueden llevarte a permanecer en el país de acogida. De acuerdo con lo que he consultado, sin hacer un riguroso seguimiento científico, la permanencia en China responde principalmente a motivos de desarrollo profesional y económico; seguido de la seguridad física que ofrece el país, facilidades relacionadas con los avances tecnológicos y, hasta hace unos años, se incluía un ambiente internacional y el bajo costo de la vida. 

En ese sentido, el país se convirtió en un interesante punto cero para construir y desarrollar un perfil profesional mucho más atractivo y competitivo de cara a las exigencias del mundo de hoy. Un lugar de entrenamiento bastante adecuado. Un espacio en donde algunos extranjeros gozan de una estabilidad llena de traslúcidas incertidumbres. 

—Todo está bien, mientras que no aparezca algo sobre la mesa —comentó un día un compañero de trabajo. 

Lo interesante es que, en China como en la vida misma, el polvo puede cubrir la mesa en cuestión de minutos. Así que una parte intrínseca del entrenamiento personal consiste en desarrollar destrezas psicológicas y emocionales para enfrentarse a cambios inesperados. Así, el período entre el año 2020 y la actualidad se ha convertido en un genuino laboratorio de entornos VUCA, que, según lo indicado por expertos de la gestión organizacional y del talento humano, hablan de ambientes con altos niveles de Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad. 

 Yin y Yang. 12 de mayo de 2020. Parque Beihai.

Cuando nos hayamos ido

Si bien es cierto que en 2020 el ecosistema de los extranjeros residenciados en China colapsó dramáticamente, también es preciso indicar que, con el paso del tiempo, ese ambiente no ha logrado recuperarse del todo. Por el contrario, el mantenimiento de las medidas sanitarias para lograr el objetivo nacional “Cero-covid”, entre otros elementos, ha alimentado una cadena de explosiones e implosiones emocionales que hacen evaluar si el desarrollo profesional es una variable lo suficientemente sólida para hacer sostenible la permanencia en el país. 

Por esta razón, desde mayo de este año, se ha vuelto a incrementar el porcentaje de personas que desplazan sus bases laborales a otros puntos de la geografía mundial y, en indagaciones en mis círculos más cercanos, es una característica que no se detendrá durante el año que está por venir. 

Vivir esta experiencia me ha ayudado a considerar que los éxodos se dan no solo de los espacios geográficos, también emigramos de situaciones y relaciones, de otros seres humanos. Aun no estoy segura de si en esos encuentros o situaciones de vida se generan todas las transformaciones posibles, o si simplemente somos seres vivos en movimiento con el objetivo de preservar quiénes somos. Hay tantas preguntas como nubes en el cielo. Después de todo, ¿será esta una prueba de resistencia?, ¿quiénes seremos los últimos en partir?, ¿alguien nos echará de menos cuando ya no estemos? Siendo sincera, a veces siento que no. 

Todo final es principio
todo principio final.
Entre esas dos coordenadas
el lugar en donde nacen los éxodos.

Beijing, septiembre de 2022
KZP


[1] Especialista en gestión de cambio organizacional, gestión humana y desarrollo cultural. Es artista visual y amante de la literatura. Se desempeña como coordinadora de lengua y cultura en la Universidad Normal de Pekín, donde también ejerce como docente de español en las asignaturas de lectura, escritura y cultura hispana.