DAWN CUERVO, EL TIMÓN DEL DISEÑO DEL VIKING GLORY
Por: Margarita Barrero Fandiño[1]
“Usted va a ser un obrero, porque le encanta la mezcla de cemento y ladrillo”, eso le decía su hermano a Dawn Marie Cuervo cuando eran niños, porque a ella le fascinaban las construcciones. Esa fue la razón por la que estudió arquitectura en la Universidad Javeriana. La suma de esa pasión y su instinto aventurero la llevan diariamente a ponerse el casco y el cinturón como parte del equipo Tillberg & Reyes Group que desarrolla la coordinación y supervisión del Viking Glory, que entregarán a finales del 2021. Es el undécimo barco para turismo construido en Xiamen, China.
En alguna parte de sus 67 años de historia reposa la experiencia en administración equina que adquirió en Toronto, Canadá, a sus 18 años; también su arranque en la construcción de edificios en Bogotá y el diseño de cultivo de flores para exportación.
Nació en la capital de Colombia. Su papá Luis Augusto Cuervo Forero era cachaco y su mamá Alice Marion Lockwood Sears, norteamericana, de Albany, Nueva York. Se conocieron jugando tenis, cuando su padre estaba estudiando en Estados Unidos administración de empresas. De ese idilio de amor salieron siete hijos, ella es la tercera.
Que su madre hubiera estudiado bellas artes y música fue la influencia para que eligiera un conservatorio en Bogotá para su tesis y no el río Magdalena, como lo pensó en un primer momento, a sus 24 años. Ahora, que salen noticias sobre el debate de su navegabilidad, no descarta investigar el tema. Ya no sería la adolescente conociendo el país, sino la mujer experimentada que pone en práctica el aprendizaje en el mundo de los barcos con los que trabajó durante siete años en el equipo de la Royal Caribbean y más tarde con Tillberg & Reyes Group Co.

El interior de las embarcaciones, su obsesión
Esta arquitecta mezcló el mundo del diseño con el de los barcos hace 15 años y, paradójicamente, nunca ha tomado un crucero en este tiempo.
“Vivía y trabajaba en Bogotá, pero me picó el gusanito de la aventura y tomando ventaja de mi doble ciudadanía norteamericana/colombiana me dije: voy a experimentar, a probar en otras tierras otras formas de trabajo y vida. Recuerdo que llegué a Miami un soleado día de julio y me recibió una amiga. Mis dos hermanos, que ya residían en los Estados Unidos, vivían en Indiana y Virginia, y mi llegada fue a la Florida. La necesidad y el apremio por organizar mi vida lejos de los míos me obligó sin reparo a buscar posibilidades laborales inmediatas sin importar el campo u oficio; el asunto era empezar y mi primera experiencia laboral fue como mesera y administradora al mismo tiempo de un conjunto habitacional, de todera: reparadora y hasta pintora de brocha gorda. Pero esta etapa no duró mucho porque la arquitectura y el diseño han sido siempre mi as”. Por esos tiempos se encontró con una amiga colombiana, que le presentó a un arquitecto que trabajaba para la Royal Caribbean. Él le hablo de qué se trataba el trabajo y ella dijo: “Me encanta, así me toque barrer el barco”.
Se trataba del empresario Carlos Reyes, quien la entrevistó al principio. Superó las expectativas y la contrataron. Luego arrancó a diseñar el interior de los barcos y las áreas públicas. “Se trata de cómo recibir a los usuarios, las circulaciones, la señalización y el planteamiento para que el pasajero tenga un viaje confortable, seguro e indudablemente espectacular en una ciudad entre los mares”, cuenta Dawn, que lleva un año sin hablar español en Haicang al sureste de Xiamen, en la provincia de Fujian, en China.
Su trabajo consiste en entender las necesidades del pasajero. Ella se instruye, se capacita y analiza qué ajustes hacer para que todo el mundo pueda estar en el barco sin ningún tropiezo o incomodidad. “Que se gocen cada lugar o experiencia: una copa de champaña, un té, una orquesta o un show, así lo tiene que vivir el pasajero, glorioso”, explica.
Los materiales han cambiado con los años. Hoy son más sostenibles, con bajas emisiones de carbono y reciclables. Todo está reglamentado por Solas, el tratado marítimo internacional que establece estándares mínimos de seguridad en la construcción, equipamiento y operación de buques mercantes; la Convención Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar y la DNV, una fundación originada en Noruega en 1864 para gestionar riesgos, dedicada a salvaguardar la vida, la propiedad y el medio ambiente.
Diseña en el papel, pero lo que a Dawn más le apasiona es tener los planos en las manos e ir a la construcción a ver surgir los diseños en la realidad y poner en orden los detalles, ahí siente el espacio, los colores, el piso, los cielos rasos, la acústica y elimina todo aquello que pueda ser agresivo para el pasajero. La seguridad en la circulación es fundamental en el interior de los barcos.
A diseñar el Viking Glory
Hace cuatro años se embarcó, literalmente, como consultora en el proyecto del Viking Glory, de la compañía Viking Line, en China. Es el primer barco de pasajeros de su tamaño que funciona con gas natural completamente libre de azufre.
En esa época se recuerda escuchando tambores y juegos pirotécnicos mientras veía dragones de colores, porque era la ceremonia del arranque de la construcción del bloque número uno del ro-ro ferry, que estará listo el 29 de noviembre y navegará diariamente entre Estocolmo (Suecia), Mariehamn y Turku (Finlandia).
El diseño del barco fue realizado por la compañía de ingeniera Deltamarin; el diseño de las áreas públicas y hoteleras, por la compañía de arquitectos Koncept Stockholm y la construcción del barco en el astillero en China, por Xiamen Shipbuilding Industry Co.Ltd. Dawn participó en la coordinación general de dibujos entre las diferentes disciplinas, compañías y contratistas involucradas en la construcción de Viking Glory, siempre tratando de respetar y seguir al máximo el diseño del arquitecto. “En lo que más he estado involucrada es en la concepción y construcción de áreas públicas. Mi labor ha sido ayudar con los acabados e inspección de cada detalle”.
El recorrido durará ocho horas, de día y de noche. La embarcación de 12 pisos cargará 2800 pasajeros y tendrá un tripulación de 200 personas. Navegará a 22 nudos con 218 metros de proa a popa y ancho de 35 metros.

En febrero de 2019, justo antes del año nuevo chino, Dawn se fue a Estados Unidos, la pandemia se volvió noticia y durante ocho meses trabajó en remoto, “en unos horarios terribles, con reuniones de 1 a 6 a. m. En aquel momento ayudó mucho el equipo de la Florida, porque llegaban 300 planos para ser corregidos en tres días. Fue intenso y en ese octubre el presidente de Reyes Group & Tillberg Design me notifica la inminencia de mi regreso a la China, porque de ello dependía la continuación, culminación y cumplimiento del contrato con el astillero. Era toda una conjetura entre mi responsabilidad y posición como consultora para el astillero y nuestra compañía porque se aproximaban temporadas especiales como Acción de Gracias, Navidad y Año Nuevo unidas a la difícil situación emocional de dejar a la familia atrás, pero el deber llama y regresé al fascinante mundo de nuestra Viking Glory”, cuenta.
Con la pandemia no solo se retrasó el trabajo porque algunos materiales que venían de Europa tardaron en llegar por el transporte y el envío al igual que por el proceso de aduana y algunas comisiones de inspección del barco fueron canceladas por el rigor de la cuarentena de 21 días.

Su vida, anclada en China
El último año fue el más intenso. Aumentaron los choques económicos y políticos entre el país asiático y Estados Unidos, así que si se devolvía era posible que le negaran la visa. Como tiene pasaporte colombiano pensó usarlo, pero en China es ilegal tener dos pasaportes y podría acabar en la cárcel. Por eso se quedó 13 meses y este treinta de noviembre por fin regresará a Miami.
Ya se acostumbró a un día a día con restricciones: “Tengo un VPN para hablar contigo, para meterme por internet y a Facebook, al igual que para ver una película en Netflix o Amazon. Todo lo que me ha ayudado es una biblioteca de audiolibros, los oigo mucho y monto en bicicleta. Circulo con un permiso de la policía que registra dónde vivo, que tengo visa vigente, la cual se renueva cada 90 días y en lo que va de este año la he renovado ya 4 veces. También tengo una tarjeta del conjunto habitacional donde resido para poder entrar, teniendo en cuenta que la toma de temperatura en cada esquina y en cada lugar es obligatoria”.
Antes de 2019 podía viajar tres veces al año para ver a su familia, así que o ella iba o ellos la visitaban. Conoció Hong Kong, Singapur, Vietnam, Tailandia, Bali, Beijing, Shanghái y maravillas como los guerreros de terracota, la gran Muralla China, el Palacio Imperial y el museo de pianos de Gulangyu.
Admira a arquitectos como Thomas Wong, con sede en Nueva York, que construye al norte de china, “vuelve al cubismo, a la simplicidad y a trabajar con la luz”, explica. Sin embargo, desde su perspectiva, muchas ciudades crecieron tan rápido que hay muchos edificios grandes y supermodernos desocupados, con alto grado de deterioro. Así que no entiende por qué siguen construyendo.
“Creo que están planeando para un futuro, porque ahora pueden tener dos y tres hijos, pero la gente no está preparada, todo se hizo muy rápido. Se saltaron 10 años. Por ejemplo, al frente de mi apartamento tengo una península, era un pueblo de pescadores con casitas típicas chinas, pero en tres años demolieron todo, crearon edificios inteligentes y antisísmicos, que siguen desocupados. No paran de construir ni de trabajar, arrancan a las seis, siguen hasta las once de la noche y no tienen fines de semana”, explica.

Extrañar hasta el español
Lo más difícil ha sido la falta de conexión y contacto humano. “Digo buenos días y con nombre para que me contesten, nadie contesta. No puedo tampoco hablar en español, que es mi idioma nativo. No hablo chino porque no lo puedo leer ni aprenderme 2235 caracteres, pero me siento contenta cuando puedo reconocer el símbolo de salida, hombre o humano, contar hasta cuatro y decir buenos días, gracias, no y sí. Todas las reuniones son en inglés y no tengo tiempo para sentarme a estudiar. Me propusieron clases de siete a nueve de la noche, pero realmente con el volumen de trabajo y la responsabilidad en torno al proyecto, llego agotada”.
Tiene solo una amiga china, “ella es un gran ser humano, sencilla, trabaja en el supermercado, me ayudó en el proceso de comprar la dotación de mi apartamento y desde entonces es mi ángel de la guarda. Ella, no habla ni una palabra de inglés y yo ni una en chino, todo es a través del traductor, mímica y lenguaje corporal”.
Mientras espera que el mar reciba al Viking Glory revisa sus recuerdos y puede decir que conoció un país. No olvidará los paseos en bicicleta en los que observaba gente tomando té y jugando ajedrez en la calle, o a las ancianas en posiciones extremas, sugiriendo rituales o ejercicios complejos, con una flexibilidad no practicada en Occidente.
Ahora la acompañará a donde vaya el sonido apacible y melancólico del tradicional erhu (violín chino), que un día compró y que no pierde la esperanza de aprender a tocar aún a este lado del mar en este continente. Su música le traerá a la mente a los ancianos que la invitaban a tocar, le pasaban el instrumento con el que ella sacaba una nota y la aplaudían. También eso fue su China.

[1] Periodista y editora. Fue editora general de El Colombiano, directora de la estrategia digital del Acuerdo de Paz con las Farc para la Presidencia de la República.