LA PREGUNTA ACERCA DE LA TECNOLOGÍA EN CHINA
Extracto de la introducción de su libro The question concerning technology in China: An essay in cosmotechnics.
En 1935 Martin Heidegger ofreció su célebre conferencia “La pregunta acerca de la técnica”, donde él anunció que la esencia de la tecnología moderna no es para nada tecnológica, sino más bien enmarca (Ge-stell), una transformación de la relación entre el hombre y el mundo tal que cada ser es reducido al estatus de ‘reserva-en-espera’ o ‘stock’ (Bestand) , algo que puede ser medido, calculado y explotado. La crítica a la tecnología moderna de Heidegger abrió una nueva conciencia del poder tecnológico, que ya había sido interrogado por escritores alemanes como Ernst Junger y Oswald Spengler. Los escritos de Heidegger después de ‘el giro’ (die Kehre) en su pensamiento (usualmente fechado cerca de 1930), y este texto en particular, retrata el cambio de Techne como poiesis o propone (Hervorbringen) la tecnología como Gestell, visto como una consecuencia necesaria de la metafísica occidental, y un destino que demanda una nueva manera de pensar: el pensamiento de la pregunta de la verdad del Ser.

La crítica de Heidegger encontró una audiencia receptora entre los pensadores Orientales, más notablemente en las enseñanzas de la escuela de Kyoto, así como en la crítica taoista de la racionalidad técnica, que identifica el Gelassenheit [serenidad]de Heidegger con el concepto clásico taoista de wu wei o la ‘no acción’. Esta receptividad se sobreentiende por muchas razones. Primero, los pronunciamientos de Heidegger acerca del poder y los peligros de la tecnología moderna parecían haber sido justificados por los estragos de la guerra, la industrialización, y el consumismo masivo, dando lugar a interpretaciones de su pensamiento como un tipo de humanismo existencialista, así como los escritos de mitad de siglo de Jean-Paul Sartre.
Tales interpretaciones resonaron profundamente con las ansiedades y sentido de alienación despertado por las rápidas transformaciones industriales y tecnológicas en la China moderna. Segundo, las ideas de Heidegger hacían eco con las afirmaciones de Spengler sobre el declive de la civilización Occidental, aunque en un tono más profundo, queriendo decir que podrían ser tomados como un pretexto para la afirmación de los valores ‘Orientales’.
Sin embargo, tal afirmación genera un entendimiento ambiguo y problemático de la pregunta de técnica y tecnología y – con la posible excepción de las teorías poscoloniales- ha impedido la aparición de cualquier pensamiento verdaderamente original sobre este tema en el Oriente. Porque implica una aceptación tácita de que sólo hay un tipo de técnica y tecnología, en el sentido de que lo segundo se considera antropológicamente universal, que tienen la misma función entre culturas, y por lo tanto deben ser explicados en los mismos términos. El propio Heidegger no fue la excepción a la tendencia de entender tanto la tecnología y la ciencia como “internacionales”, en contraste con el pensamiento que no es “internacional”, sino único y “local”. En los Cuadernos Negros publicados recientemente, Heidegger escribió:
Las ‘ciencias’, como la tecnología y como las escuelas técnicas (Techniken), son necesariamente internacionales. Un pensamiento internacional no existe, sólo el pensamiento universal, que proviene de una sola fuente. Sin embargo, si va a permanecer cerca del origen, necesita de una fatídica [geschicklich] residencia en un hogar único [Heimat] y una gente única [Volk], para que no sea el folclórico propósito de pensar y la mera ‘expresión’ de las personas [des Volkes]-; el único hogar [Heimattum] fatídico respectivo [geschicklich] de la terrenalidad es el enraizamiento, que por sí solo puede permitir el crecimiento a lo universal.
Esta declaración exige un análisis más a fondo: primero, la relación entre pensamiento y técnica en las ideas de Heidegger necesitan ser aclaradas (ver capítulos 7 y 8), y segundo, es necesario examinar la problemática de la ‘bienvenida’ de la filosofía y su giro en contra de la tecnología. Sin embargo, aquí es claro que Heidegger ve a la tecnología como algo separado de su fuente cultural, algo ya ‘internacional’, y que por lo tanto tiene que ser superado por el ‘pensamiento’.
En los mismos Cuadernos Negros, Heidegger comentó acerca de los avances tecnológicos en China, anticipando la victoria del Partido Comunista Chino, en un comentario que parece insinuar la falta de no haber abordado la pregunta acerca de la tecnología en China en las décadas que seguirían el ascenso del Partido al poder:
Si el comunismo en China llegara a gobernar, entonces uno asumiría que sólo de este manera China se hace ‘libre’ para la tecnología. ¿Qué es este proceso?
¿Aquí qué significa hacerse ‘libre’ para la tecnología, si no es caer presa de una incapacidad para reflexionar sobre ella y transformarla? Y de hecho una falta de reflexión sobre la pregunta de la tecnología en Oriente ha impedido el surgimiento de cualquier crítica genuina que se origine en sus propias culturas: algo verdaderamente sintomático de un desapego entre el pensamiento y la tecnología similar a lo que Heidegger describía en la Europa de los años de 1940. Y sin embargo, si China al abordar esta pregunta, se basa en el análisis fundamentalmente occidental de Heidegger de la historia de la técnica, llegaríamos a un callejón sin salida; y esto, por desgracia, es donde estamos hoy.
Entonces, ¿cuál es la pregunta en relación a la tecnología para las culturas no europeas antes de la modernización? ¿Será la misma pregunta que para Occidente antes de la modernización, la pregunta de la Techne griega? Además, si Heidegger fue capaz de recuperar la pregunta del Ser del Seinsvergessenheit [olvido]de la metafísica Occidental, y si hoy Bernard Stiegler pudo recuperar la pregunta del tiempo del long oubli de la technique en la filosofía occidental, ¿a qué podrían aspirar los no europeos? Si estas preguntas ni siquiera se plantean, entonces la Filosofía de la Tecnología en China seguirá dependiendo totalmente del trabajo de filósofos alemanes como Heidegger, Ernst Kapp, Friedrich Dessauer, Herbert Marcuse, y Jurgen Habermas, pensadores norteamericanos como Carl Mitcham, Don Ihde, y Albert Borgmann, y pensadores franceses como Jacques Ellul, Gilbert Simondon, y Bernard Stiegler. Parece que son incapaces de poder avanzar, o incluso movilizarse hacia atrás.
Creo que hay una necesidad urgente de imaginar y desarrollar una filosofía de tecnología en China, por razones tanto históricas como políticas. China se ha modernizado en el último siglo con el fin de ‘alcanzar al Reino Unido y superar a los Estados Unidos’ (超英趕美, un eslogan propuesto por Mao Zedong en 1957); ahora parece estar en un punto de inflexión, su modernización ha alcanzado un nivel que le permite a China situarse entre las grandes potencias. Pero al mismo tiempo, hay un sentimiento general de que China no puede continuar con esta modernización ciega. La gran aceleración que ha ocurrido en las últimas décadas también ha dado lugar a diversas formas de destrucción, cultural, ambiental, social, y política. Ahora estamos, nos dicen los geólogos, viviendo en una nueva época -aquella del Antropoceno- que comenzó aproximadamente en el siglo XVIII con la Revolución Industrial. Sobrevivir el Antropoceno exigirá reflexión y transformación de las prácticas heredadas de lo moderno, con el fin de superar la modernidad misma.

La reconstrucción de la pregunta de la tecnología en China que se describe aquí también se refiere a esta tarea, con el objetivo de desarrollar el concepto de técnica en su pluralidad, y de actuar como antídoto contra el programa de la modernización reabriendo una historia verdaderamente global del mundo. El libro es un intento de responder tanto al concepto de técnica de Heidegger, y esbozar un posible camino para construir una filosofía de la tecnología propiamente china.
*Traducción: Luis Cantillo