La violencia socio racial en Colombia: Reflexiones a partir de la cotidianidad del ser negro y el conflicto armado interno

La violencia socio racial en Colombia: Reflexiones a partir de la cotidianidad del ser negro y el conflicto armado interno


LA VIOLENCIA SOCIO RACIAL EN COLOMBIA:
REFLEXIONES A PARTIR DE LA COTIDIANIDAD DEL SER NEGRO Y EL CONFLICTO ARMADO INTERNO

De la serie “El duelo”.
Fotografía: Yannis Davy Guibinga.

“Vivir en cualquier parte del mundo hoy
y estar contra la igualdad por motivo de raza o de color
es como vivir en Alaska y estar contra la nieve”
William Faulkner – poeta


Con los últimos hechos visibles de violencia racial en contra de hombres negros en los Estados Unidos, es inevitable que la sociedad (como se ha visto en las movilizaciones a nivel mundial) y principalmente los sujetos racializados en la negritud, nos interpelemos sobre la violencia racial que de manera cotidiana vive nuestro cuerpo/espíritu[1]. Como mujer afrocolombiana de la costa del Pacífico, pienso en mi entorno, en mi bello Buenaventura, en mis familiares, en nuestro hoy y futuro que si bien tiene nuevas formas, no se aleja mucho en su esencia de lo que vivieron mis ancestros más cercanos, la discriminación racial y el racismo como una forma de violencia que afecta a todas las sociedades pero que se materializa en mayor medida en nosotros y nosotras.

Una de las principales diferencias en la vivencia del racismo en Estados Unidos y Brasil con relación a Colombia es que allá se reconoce su existencia y la inminencia de poner el tema en la agenda pública, incluso desde sus gobiernos y políticas públicas.  Sin embargo, en nuestro país persiste una hipocresía social e institucional  frente al tema y definitivamente eso no ayuda para establecer mecanismos jurídicos, económicos y de política social, entre otros, que contribuyan a superar este fenómeno que se combina con la guerra y tiene nefastos resultados para la gente y territorios principalmente habitados por gente negra.

De la serie “El color más oscuro”.
Fotografía: Yannis Davy Guibinga.

La violencia racial en Colombia, tiene algunos matices que la vuelven una experiencia singular a quienes la padecemos; ésta puede venir si te subes a un bus, si ingresas a un centro comercial, si ingresas a un lujoso restaurante o a una prestigiosa universidad como docente o estudiante, siempre/siempre lamentablemente serás objeto de sospecha mientras se acostumbran a tu presencia, y esas discriminaciones podrán tener otras formas, siempre/siempre creerán que eres la representación de una diversa y amplia comunidad negra en Colombia, que te pareces a…, sabes…, puedes…, etc.; de experiencias o conocimientos que creen que hace parte de la esencia negra.  De esto se tiene información con mayor amplitud.

Al igual que en Estados Unidos, nosotros también sufrimos de la violencia racista cotidiana que, en términos bélicos, afecta principalmente a los hombres jóvenes negros, como dan cuentan ciudades como Buenaventura, Tumaco, Bogotá, Cali, entre otras.

De la serie “El duelo”.
Fotografía: Yannis Davy Guibinga.

En ese sentido, un matiz poco conocido pero bastante común es el racismo como un sistema sociocultural, político, económico que cimentó el país que tenemos hoy. Los más de sesenta años de conflicto armado interno han estado permeados por el racismo y la discriminación racial, como lo reconoce la Corte Constitucional y organismos internacionales en diferentes sentencias e informes[2].

Al analizar con mayor profundidad las dinámicas del conflicto armado en Colombia, se observa la espacialidad compartida entre violencia y grupos étnicos. Es decir, hay una geografía de la guerra marcada por la racialización en territorios como el norte del Cauca, la región Caribe y Pacífica de Colombia. Los territorios, así como los cuerpos negros, son objeto de constante disputa en el conflicto armado, cuerpos disponibles para la guerra, ya sea como carne de cañón para un interés aún difuso como los casos de Bojayá[3] Buenaventura[4] o la Vereda Puerto Gaviotas en Calamar, Guaviare[5] o para materializarla a través de las armas. Como diría Achile Mbembe[6] (2011), la materialización de la necropolítica tiene un cuerpo en Colombia, violencia racista, agravada por el fenómeno bélico de la guerra en territorios principalmente racializados.

La violencia socio/racial en Colombia es un fenómeno presente, que existe para los sujetos de las comunidades negras, afrocolombianas, negras y raizales de múltiples formas en su vida cotidiana desde la niñez hasta su adultez, que atraviesa la condición de género particularmente afectando las mujeres y población LGBTI afro.  Es una experiencia tan personal como colectiva en la negritud, que no hay palabras que puedan materializar la emocionalidad de poder morir simplemente por el hecho de ser negro o negra.

Notas al margen

A raíz del caso de George Floyd, asesinado en Estados Unidos por la Policía,  el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas condenó por unanimidad y mediante resolución, el racismo sistemático y la violencia policial el pasado diecinueve de junio. La resolución fue una iniciativa de varios países africanos, luego del asesinato de Floyd,  y de las manifestaciones contra el racismo en varios países del mundo.

La resolución pide al Alto Comisionado examinar las respuestas gubernamentales hacia las protestas pacíficas contra el racismo, incluyendo el supuesto uso de la fuerza excesiva contra manifestantes, transeúntes y periodistas.  Estas son iniciativas que se pretende garanticen la no violencia en las manifestaciones contra el racismo que se den a lo largo del mundo.  Esperemos qué nos depara el futuro.

Dos jóvenes en el barrio San Francisco de Buenaventura, “Distrito Especial, Industrial, Portuario, Biodiverso y Ecoturístico”, el primero y principal puerto colombiano sobre el Océano Pacífico.
Fotografía: Ana Karina Delgado.

Se esperaría que en Colombia se movilizaran las fibras de la sociedad frente a la violencia racial, que se materializa en los cuerpos de la gente negra como el caso de Anderson Arboleda asesinado por la Policía en Puerto Tejada, o como en los últimos meses en los de las niñas indígenas violadas por parte de personal de las fuerzas militares.  Que la institucionalidad realizara ajustes a su forma de operar y estableciera mecanismos ejemplarizantes de sanción por actos de discriminación racial y violencias basadas en prejuicios raciales. No es la solución, pero hay que avanzar porque la Ley 1482 de 2011 no ha sido suficiente.

Cali, Julio 16, 2020


[1] Fotografías: Yannis Davy Guibinga, artista nacido en Gabon y ahora radicado en Canada (yannisdavy.com); y Ana Karina Delgado, fotógrafa, videógrafa y escritora colombiana (anakarinadelgado.com).
[2] Ampliar información en: Sentencia T-025 de 2004, Auto 005 de 2005, Decreto Ley 4635 de 2011. Informes del Relator Especial sobre las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia, etc.
[3] Ampliar información en: CNMH (2010) Bojayá la guerra sin límites. http://centrodememoriahistorica.gov.co/bojaya-la-guerra-sin-limites/
[4] Ampliar información en: CNMH (2015)Buenaventura un puerto sin comunidad http://centrodememoriahistorica.gov.co/buenaventura-un-puerto-sin-comunidad/
[5] Ampliar información en: CNMH (2018 ) El vuelo de las Gaviotas http://centrodememoriahistorica.gov.co/el-vuelo-de-las-gaviotas/
[6] Mbembe, Achile (2011) Necropolítica.