¿QUÉ IMPLICA LA RIVALIDAD SINOESTADOUNIDENSE ARA AMÉRICA LATINA?
Li Haomin [1]
En los últimos cincuenta años, las relaciones Sinoestadounidenses han sido estables en general, con excepción de unas pocas tormentas. En la actualidad, el mundo se halla en medio de cambios transcendentales nunca vistos, incluida la presente relación entre China y Estados Unidos. Durante los cuatro años del mandato del expresidente Donald Trump, la relación bilateral se deterioró con una serie de políticas contra China dictadas por su gobierno; ahora, bajo el actual gobierno de Joe Biden, no se ha visto cambio fundamental desde su inauguración. La relación Sinoestadounidense influye a fondo tanto en el panorama mundial como en el desarrollo latinoamericano. Los gobiernos de los países latinoamericanos han de enfrentar las oportunidades y los desafíos acarreados por esta rivalidad con medidas adecuadas.
I. Las estrategias de Trump y Biden hacia China
En 2020, año de las Elecciones de Estados Unidos, Trump intensificó su dura política contra China e incluso elevó su dureza en todos los aspectos. Tras asumir el cargo, Biden sigue sosteniendo una política prudente sin haber enviado un embajador de Estados Unidos a China hasta la fecha. Bajo la competencia entre las dos grandes potencias, se puede resumir la política de Estados Unidos hacia China en los siguientes puntos:
- Considerar a China como su “competidor estratégico”. Según el informe sobre Estrategia de Seguridad Nacional y el informe sobre Estrategia de Defensa Nacional publicado por Trump en el año 2017 y 2018, China ha sido identificado como un reto para la seguridad de Estados Unidos, y sin duda se considera como el mayor competidor estratégico de este país.
- Gestionar diferencias comerciales entre ambos países con la “guerra comercial”. Desde marzo de 2018, Trump aumentó los aranceles sobre los productos chinos, así que China se vio obligado a desplegar las negociaciones comerciales largas y duras con Estados Unidos. Tras unos diálogos, ambos países llegaron a un acuerdo sobre los textos finales del Tratado de Comercio en la primera fase en diciembre de 2019. Sin embargo, hasta hoy las contradicciones comerciales entre ambas partes todavía no han sido aclaradas satisfactoriamente.
- Atacar directamente el sistema socialista de China e injerirse arbitrariamente en sus asuntos internos. En cuanto a las cuestiones relacionadas con Taiwán, Hongkong, Xinjiang y el Tíbet, apoya sucesivamente fuerzas separatistas dentro del territorio chino.
- Formar alianzas internacionales de comercio y política contra China. Por ejemplo, en julio de 2018, en la reunión confidencial celebrada por la alianza de los “Cinco Ojos” (una alianza de inteligencia entre Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, Australia y Nueva Zelanda), los países participantes llegaron a un acuerdo respecto al veto a Huawei.
- Considerar la alta tecnología como el campo clave para el triunfo de la competencia entre las potencias. Con el emplazamiento estratégico de 5G de China, Estados Unidos y los países de “Cinco ojos” llegaron a un acuerdo en el veto contra Huawei en julio de 2018 y formularon el proceso penal contra Huawei por “fraude bancario” y “obstrucción de las sanciones” a principios de 2019. Durante el año 2020, marcado por la pandemia por Covid-19, con el deterioro de la relación Sinoestadounidense, los “halcones” (personas que suelen manifestar actitudes negativas) hacia China lograron en una ocasión tomar acciones contra Huawei. En mayo de 2020, los Estados Unidos incluyó a Huawei y sus filiales a la “Lista de entidades que amenazan la seguridad nacional” y propuso aún más sanciones contra Huawei el 15 de mayo y el 17 de agosto, limitando su acceso a competir en la red de comunicación inalámbrica—Chip. Las medidas de aislar a China de obtener tecnología no se limitan a las sanciones contra Huawei sino que se extienden a limitaciones de inversión china en la industria de alta tecnología en los Estados Unidos. Aún más, el gobierno de los Estados Unidos ha intentado cortar la cadena de suministro de toda la industria de alta tecnología de China.
- Fortalecer constantemente las limitaciones de contacto entre los investigadores de ambos lados. El gobierno de Donald Trump ha ejecutado restricciones rígidas de visitas a los Estados Unidos por parte de investigadores de tecnología y estudiantes de intercambio chinos.
En cuanto a las políticas de los Estados Unidos hacia China, seguramente el gobierno de Biden hará algunos ajustes de acuerdo con su filosofía de políticas básica, aunque todavía no se han realizado cambios sustanciales.

II. La incógnita para los países latinoamericanos
¿Qué significa para América Latina la competencia entre las dos grandes potencias? Supongo yo que más debería significar oportunidades.
Primero, la guerra comercial entre China y Estados Unidos ha traído a América Latina provechos inesperados. México puede ser un buen ejemplo. Muchas fábricas chinas se han trasladado a México para eludir tarifas impuestas por Estados Unidos a los productos del sector manufacturero chino. Tomamos por ejemplo un fabricante chino, Fuling Global Inc., que provee a restaurantes estadounidenses de cubiertos plásticos. Esta empresa encontró una solución que consiste en abrir una fábrica en Monterrey, México. La construcción de esta fábrica costó 4 millones de dólares y no tardó mucho en enviar millones de bombilla de papel de México a Estados Unidos. En 2018, las importaciones estadounidenses desde México aumentaron en un 10%, hasta 350 mil millones de dólares, el cual significó para México el crecimiento anual más rápido de los últimos siete años. Y el déficit comercial de Estados Unidos con México creció un 15%, hasta más de 80 mil millones de dólares. Mientras tanto, se vio una desaceleración de 1/3 del crecimiento de importaciones provenientes de China.
La guerra comercial también hizo que Estados Unidos se volviera más dependiente de los productos agrícolas mexicanos, y México se ha convertido en el mayor exportador de vegetales como coliflor, zanahoria y cebolla hacia Estados Unidos Por ejemplo, la importación estadounidense de ajo pelado desde China redujo casi un cuarto, mientras que desde México aumentó en un 54%. Se puede ver que incluso las pequeñas empresas mexicanas se han beneficiado. Y en cuanto a la cadena de suministro para el sector automovilístico, las importaciones estadounidenses de autobuses con motor de gasolina desde México aumentaron en un 17%, hasta 32,6 mil millones de dólares, mientras que el volumen de importaciones provenientes de China, Alemania y Canadá disminuyó.
México no es el único beneficiario. Una relación de “triángulo amoroso” se presenta entre los países latinoamericanos, China y Estados Unidos, y América Latina puede adquirir grandes provechos sin la necesidad de rechazar ninguna de las dos parejas en el baile de esta confrontación. China puede encontrar alternativas a casi todos los artículos industriales importados de Estados Unidos en los países europeos o productos agrícolas en América Latina. En 2018, la exportación de soja de Estados Unidos a China disminuyó en un 50%, y es posible que en el futuro China incremente su importación de soja brasileña como alternativa.
Si tarifas impuestas por Estados Unidos no se eliminan a tiempo o incluso, continúan expandiéndose, el enorme volumen de demanda de China y su dependencia del suministro externo empujarán tanto a China como a América Latina a profundizar su cooperación en múltiples campos, cuyo enfoque son los productos agrícolas con unos complementos del comercio de servicios, comercio electrónico y de nuevas tecnologías.
En segundo lugar, la rivalidad Sinoestadounidense ayudó a aumentar la importancia de la posición estratégica de América Latina. Desde el año 2021, tanto China como Estados Unidos han brindado activamente diversas formas de asistencia a los países latinoamericanos, con la esperanza de mejorar las relaciones bilaterales. Tomando como ejemplo la diplomacia de las vacunas, en un intento por mejorar las relaciones entre Estados Unidos y América Latina, la administración Biden comenzó a brindar vacunas a algunos países latinoamericanos como misión principal. México, Brasil y algunos países centroamericanos son los principales receptores de la ayuda. En otros países latinoamericanos, los contratos de vacunas de China representan una mayor proporción que los de vacunas estadounidenses. En Chile, las vacunas chinas representan el 80% del suministro total. En Argentina no se importan vacunas estadounidenses y las vacunas chinas ocupan el 50% del suministro. En Perú, vacunas chinas y estadounidenses representa un 40% y 32% del suministro respectivamente. En el caso de países como Venezuela, Uruguay, República Dominicana, y El Salvador, la proporción de vacunas chinas es significativamente más alta que las de Estados Unidos. La asistencia de China no tiene ninguna condición política. China espera consolidar aún más las relaciones entre China y América Latina y resolver las discrepancias en la ideología y evitar los puntos de riesgo.

III. Los riesgos que enfrentan los países latinoamericanos
En primer lugar, resulta difícil mantener un equilibrio entre China y Estados Unidos. Los países latinoamericanos son dependientes de China en cuanto a las exportaciones de productos básicos y la construcción de infraestructura, pero también están bajo presión de Estados Unidos en términos de geopolítica. A fines de 2019, la administración Trump propuso formalmente la iniciativa “América Crece”, en la que la inversión en infraestructura en América Latina es el propósito principal, muy similar a la iniciativa “la Franja y la Ruta”. China nunca interviene en los asuntos de América Latina. No intervenir en los asuntos internos de otros países y la cooperación exterior sin imponer condiciones son las normas básicas de China. Sin embargo, Estados Unidos a menudo ejerce presión sobre los países latinoamericanos y adopta múltiples medidas para obstruir públicamente la cooperación sinolatinoamericana, incluyendo: frecuentes comentarios anti-China sobre asuntos latinoamericanos; el intensificar la represión de los regímenes de izquierda latinoamericanos, cortejando a los regímenes de derecha para formar un “campo anti-China”. Por lo tanto, los países latinoamericanos no solo deben tomar en cuenta sus intereses económicos, sino también manejar adecuadamente los desafíos de las relaciones internacionales.
En segundo lugar, el traslado de parte de la demanda de China y de Estados Unidos a América Latina significa que la escala y la proporción de las exportaciones de productos primarios de los países latinoamericanos aumentará aún más, lo que no es necesariamente algo bueno. Los países de América Latina mantienen una estructura industrial básica desde hace años, con una baja eficiencia de producción y una grave dependencia de los mercados externos. Si pueden asignar y utilizar racionalmente las divisas generadas por la exportación de productos primarios para optimizar la estructura industrial y aumentar la capacidad de producción nacional, entonces esto será una oportunidad.
Sin embargo, según la historia de América Latina, será bastante difícil que se logre a corto plazo debido a la agitación política interna, a los grupos de interés que compiten entre sí y a las deficiencias de los sistemas fiscales y tributarios. De este modo, un drástico aumento de la demanda de materias primas puede incrementar las divisas de los países latinoamericanos a corto plazo, pero a largo plazo podrán aumentar su dependencia exterior.

IV. Caso concreto: la carrera del 5G
Estados Unidos considera que la informática y otros campos de alta tecnología constituyen un punto clave de la competencia entre las grandes potencias, y las sanciones impuestas a Huawei en el mercado mundial son exactamente el caso más ejemplar.
En los últimos años, las empresas chinas, incluida Huawei, han mejorado, sin cesar, su capacidad de innovación tecnológica y han podido expandirse en el mercado extranjero. Huawei ha contribuido a que China se sitúe a la cabeza del 5G: la primera vez que un país oriental toma la delantera en el sector de tecnologías de comunicación. No obstante, Estados Unidos lo toma como una amenaza a sus intereses. A partir del año 2019, el país ha lanzado, una tras otra, cuatro rondas de sanciones a la compañía china. La primera sanción se centró en la cooperación internacional del 5G, impidiendo que otros países colaboraran con Huawei; la segunda se centró en el sistema operativo, restringiendo a Google el suministro de servicios de licencia GMS de Android a Huawei; la tercera fue la restricción a las principales fábricas de microchips de producir y fabricar microchips para Huawei, y la última fue la restricción a Huawei de comprar productos de componentes que incluyan tecnología estadounidense.
Huawei siempre ha querido hacer negocios de 5G en América Latina, y ha trabajado durante años para ello. Huawei tiene una oficina de representación en Argentina desde 2001 y hoy emplea a más de 500 argentinos, el 70% de los cuales son locales. La compañía ha ayudado a construir más de 2.000 estaciones base 4GLTE, ha colaborado con Telecom Personal en la construcción de una red basada en la nube y ha participado en la construcción de la red troncal de telecomunicaciones de Argentina, de más de 30.000 kilómetros en total.
Otros países latinoamericanos también están dispuestos a cooperar con China. Varios han optado por cooperar con Huawei en distintos grados. El presidente de Chile, Sebastián Piñera, dijo en abril de 2019 que daría la bienvenida a la participación de Huawei en la construcción de la red 5G de Chile. Uruguay también firmó un memorando de entendimiento para la cooperación estratégica con Huawei en agosto del mismo año.
Sin embargo, no hay duda de que la cuota de mercado de 5G de Huawei en América Latina se verá afectada por las sanciones impuestas por Estados Unidos, y de este modo los países latinoamericanos están sufriendo la interrupción de Estados Unidos en cuanto a la construcción de la red 5G. Por consiguiente, es probable que algunos operadores latinoamericanos opten por proveedores alternativos. Ahora, los operadores argentinos están eligiendo entre Huawei, ZTE, Ericsson y Nokia para buscar una inversión inicial de 500 millones de dólares.
En general, los países latinoamericanos se enfrentan a crecientes oportunidades y desafíos externos bajo una competencia más intensa entre las dos grandes potencias: China y Estados Unidos. Estratégicamente, estos países deben prestar atención al triángulo China-Estados Unidos-América Latina, especialmente a los intereses estadounidenses existentes en las relaciones entre China y América Latina. Esta atención es fundamental para poder resolver esto adecuadamente, haciendo todo lo posible para formar un patrón de desarrollo de interacción sana entre China, Estados Unidos y América Latina.
[1] Investigadora asistente en la Academia China de Ciencias Sociales. Área de investigación: política de América Latina, política comparada, sobre todo de México y de Colombia.
Traducido por: Xie Linxi, Zhan Xinyu, He Jiawei y Wang Xingyu. Revisión Luis Cantillo.