“QUIENES BUSCAN EL ORIGEN DE LAS COSAS…”
Fragmentos de memoria para construir un perfil: Fausto Chois
Sonidos perdidos en la mente, anclados en la memoria sentimental. Escribir sobre padre o madre parece ser destejer la urdimbre que nos sostiene para ver sus hilos. Crecí escuchando a Celina y Reutilio, Carlos Julio Ramírez, Libertad Lamarque, Teresa Gómez, Ernesto Lecuona, zarzuelas, tangos, boleros… En mi casa había tanta tristeza como canciones e historias musicales de cada una de ellas. Fausto mi padre, Esneda mi madre… Me pidieron que escribiera sobre él, en otro lugar haré la par de escribir sobre ella. Y escribir sobre él también es escribir sobre la abuela, Inés Vergara, porque fue el universo musical y artístico de la familia de mi abuela el que logró dar un sentido y piso a mi padre y a una parte de sus hermanos, debido a la falta de esa familia paterna Chois; la familia china que se quedó del otro lado del Atlántico cuando Francisco Chois, mi abuelo, emigró a América.
“La espigadora con su esportilla
hace la sombra de la cuadrilla
sufre espigando tras los segadores los mismos sudores
del hombre que siega y que trilla
la espigadora con su esportilla”

Fausto me enseñó a escuchar esta canción, porque a su vez Inés su mamá le enseñó a escucharla. Una zarzuela que habla del arduo trabajo de las mujeres en el campo. Para escuchar esto siempre existió en casa una habitación especial “la pieza de la música”, eso es así donde Fausto pero también donde Francisco hijo, el hermano mayor de los Chois heredero del mismo nombre del abuelo. Cuenta Fausto que el tío Nano, el hermano de Inés fue quien les enseñó de música, con una vitrola antigua en la Cali de los años 50, en un taller de carpintería. Francisco y Fausto resultaron ser coleccionistas de música, amantes de las emociones que te permiten rastrear e incorrectos buscadores de las historias originales de cada tema. Quienes buscan el origen de las cosas…
“Santa Bárbara bendita
para ti surge mi lira
Y con emoción se inspira
ante tu imagen bonita
¡Que viva changó, que viva changó,
Que viva changó señores!”

Y ¡quien busca encuentra! El chino Chois -como le han llamado sus amigos de juerga y trabajo- me llevó a La Habana cuando yo tenía un poco más de diez años. Él quería encontrar a Celina y Reutilio, este dueto cubano que a tantas generaciones marcó y que encarna el sincretismo, el mestizaje, la influencia negra, campesina y obrera en la música que nos atraviesa. En ese viaje caí enferma y fui a dar a un hospital; de día mi papá me cuidaba y cuando yo dormía él se iba de farra nocturna con los músicos cubanos que en su exitosa búsqueda encontró. Tanta devoción a la música como a la nostalgia.
“A veces escucho un eco divino
que envuelto en la brisa parece decir.
Sí te quiero mucho, mucho, mucho, mucho
tanto como entonces, siempre hasta morir”

Esta canción es interpretada por Carlos Julio Ramírez, el famoso barítono colombiano que logró prestigio internacional. Mientras mis amigas quizá veían películas de Disney, en mi casa se veía Escuela de Sirenas (1944), de esa peli solo me gustaba la parte donde una nadadora con una capa de ensueño llegaba a la piscina y Carlos Julio le cantaba esta canción Muñequita linda. La escuché toda mi infancia en voces de muchos cantantes callejeros, o viejas glorias que cuando se encontraban con mi papá a cambio de unos billetes o viejos favores la entonaban. Fausto ha sido, es y será un coleccionistas de recuerdos, de músicas de una época pasada sobre la que él ha ido tejiendo su explicación del mundo; lo suyo no es solo coleccionar sino escribir una historia propia de esas músicas, un universo sonoro.