REPENSAR LA HISTORIA LATINOAMERICANA A TRAVÉS DEL LENTE DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL SUDESTE ASIÁTICO
Jorge Bayona [1]
Traducción: Mariana Virginia Arias Llano
Cuando enseñaba historia peruana en una universidad de Lima, tuve la oportunidad de echarle un vistazo al examen final que una colega mía iba a someter a prueba con sus estudiantes. La pregunta principal era un ejercicio que consistía en rellenar espacios en blanco: los estudiantes tenían que indicar el número de kilómetros cuadrados que Perú había perdido ante sus cinco vecinos. Este tipo de retórica de pérdida territorial siempre me había intrigado —todas las naciones sudamericanas son partícipes—, incluso inspiró el tema de mi trabajo de maestría en el que comparé este tropo en Perú y Filipinas. Leyendo más estudios sobre el sudeste asiático, esta vez sobre Tailandia, encontré más conceptos que los historiadores de Latinoamérica harían bien en tomar en cuenta cuando reproducen el discurso de “territorios perdidos” en sus propios países.
Siam Mapped de Thongchai Winichakul es una piedra angular de los estudios históricos tailandeses. En este libro se argumenta que los historiadores y oficiales tailandeses de los siglos XIX y XX “modernizaron” —usando anacronismos— la historia del “geocuerpo” de su país para adecuarse a los estándares europeos de la cartografía: sus mapas históricos debían mostrar soberanía uniforme y fronteras precisas. De esta manera estaban abandonando una realidad mucho más ambigua de fronteras difusas y soberanía ambivalente. Muchos de los territorios que los tailandeses lamentarían tiempo después como “perdidos” frente a los imperialismos británico y francés eran en realidad pequeños Estados y reinos que gozaban de un alto grado de soberanía, y cuyo único vínculo con la corte real en Bangkok era un tributo anual y promesas de defensa mutua. En su intento de “preservar la integralidad territorial de Tailandia”, Bangkok arrebató la autonomía de estos territorios y procedió a centralizar el poder en sí misma. En este sentido, la consolidación del “geocuerpo” tailandés, inclusive habiendo “perdido” grandes extensiones de tierra, fue en realidad una expansión del territorio gobernado directamente por Bangkok en vez de una reducción.
Pienso que esta es una idea clave que debe ser considerada cuando se estudian las reclamaciones sudamericanas de pérdida territorial. Contrario al sudeste asiático, donde las élites europea y tailandesa tenían ideas opuestas sobre qué significa la soberanía, en Sudamérica todas las élites compartían las mismas nociones “modernas”. Los que fueron omitidos fueron los nativos, los habitantes indígenas de los territorios en disputa (y eventualmente “perdidos”). Muchos de estos territorios se situaban en la cuenca del Amazonas o en la Patagonia y sus habitantes no compartían las mismas nociones de fronteras y soberanía que tenían las élites de Lima, Bogotá o Buenos Aires. Así como a los habitantes de las áreas Lao, del ahora noreste de Tailandia les fueron impuestas nociones foráneas —por franceses y tailandeses—, también les sucedió a los nativos de estas regiones en Sudamérica por élites europeizadas e hispanohablantes de las capitales.
En The Lost Territories, Shane Strate expone cómo los historiadores y políticos tailandeses reinventaron su historia para difundir una narrativa de pérdida territorial, con especial énfasis en el imperialismo francés. Muestra cómo en el momento de la firma de tratados previos, que fueron desautorizados por generaciones posteriores, la élite tailandesa no se sintió particularmente abusada sino que tan solo se dedicó a la diplomacia y buscó su propio beneficio. Fue el tratado de 1893 el que sometió definitivamente a Tailandia, pero la monarquía mantuvo la discusión del “territorio perdido” al mínimo. Sin embargo, en los años 30, en un contexto de dictadura militar, los intelectuales tailandeses declararon que los pueblos Lao y Jemer que vivían en los territorios perdidos durante la ocupación francesa eran en realidad tailandeses. Este sentimiento de despojo llegó al paroxismo en 1941, cuando Tailandia y Francia se fueron a la guerra, teniendo como consecuencia un nuevo tratado fronterizo donde Bangkok “recuperó” algunos de sus “territorios perdidos”. Aliándose con Japón durante la Segunda Guerra Mundial, Tailandia también continuó la “recuperación” de otros “territorios perdidos” en Birmania y Malasia. Strate insiste en que, en la práctica, esto fue un caso de imperialismo y expansionismo tailandés siendo ejercido sobre regiones previamente autónomas que alguna vez rindieron pleitesía a Bangkok enviando un tributo anual, no una “recuperación” de territorios alguna vez gobernados desde dicha capital. Esto queda muy claro en el sur, donde Tailandia anexó sultanatos musulmanes que difícilmente habrían podido considerarse conformes a las nociones esencialistas de “lo tailandés”.
Los paralelos cronológicos son particularmente interesantes cuando observamos dos repúblicas andinas en Sudamérica: Bolivia y Perú. En 1883 y 1884, ambas perdieron provincias frente a Chile en el contexto de la Guerra del Pacífico. Contrario a otros “territorios perdidos” en Sudamérica, habían sido habitados por pueblos que se reconocían a sí mismos como nacionales de estos países y habían sido administrados por funcionarios nombrados por las respectivas capitales. La derrota militar infligió un profundo trauma histórico en ambos países, para quienes estos “territorios perdidos” continuarían cobrando importancia. De manera fascinante, la cronología de su próximo gran conflicto militar se alinea con la experiencia tailandesa. Con la fuerza militar de Chile impidiendo una revancha, Bolivia se vio envuelta en una guerra con Paraguay por territorio en disputa en el Chaco entre 1932 y 1935, y Perú invadió Ecuador en 1941. De manera retórica, al igual que Tailandia, ambos luchaban por tierras que, según proclamaban, siempre les habían pertenecido. Sin embargo, analizando esto a través del lente de la experiencia tailandesa, podríamos deducir que en realidad estaban persiguiendo una agenda expansionista sobre territorios indígenas que no habían gobernado antes, expansionismo que ocultaron detrás de esta retórica del “territorio perdido”. Y aunque Perú ganó la guerra, al igual que Tailandia siguió sintiendo que solo había “recuperado una parte” de sus “territorios perdidos”.
Por último, tanto Thongchai Winichakul y Shane Strate enfatizan la importancia de los mapas retrospectivos a través de los cuales los nacionalistas representaron el pasado geográfico de Tailandia utilizando nociones contemporáneas de soberanía y fronteras. Estos mapas solo existen como artefactos creados después de los hechos, no existían en el período histórico durante el cual estas pérdidas supuestamente estaban sucediendo. Podemos observar el mismo fenómeno en Sudamérica.
Tenemos aquí dos ejemplos, uno al lado del otro:
Al parecer ninguno de estos mapas existía en el período que dicen representar. Ambos son creaciones de geógrafos posteriores que intentan hacer una representación gráfica del discurso del “territorio perdido”. Estar en capacidad de hacer estas comparaciones es la razón por la cual es tan importante leer extensamente en cualquier disciplina. Muchas veces obtenemos información sobre un tema en particular a través de un académico que trabaja en una región del mundo completamente diferente. Los académicos de Latinoamérica pueden verse beneficiados con la lectura de Siam Mapped y The Lost Territories, los textos aquí referenciados.
Bibliografía:
Winichakul, Thongchai. Siam Mapped: A History of the Geo-body of a Nation. Honolulu: University of Hawai’i Press. 1994.
Strate, Shane. The Lost Territories: Thailand’s History of National Humiliation. Honolulu: University of Hawai’i Press. 2015
Fuentes de los mapas:
Kasetsire, Charnvit (ed.). ประมวลแผนที่ : ประวัติศาสตร์-ภูมิศาสตร์-การเมือง กับลัทธิอาณานิคมในอาเซียน-อุษาคเนย์ / Mapas recopilados: historia-geografía-política y colonialismo en el sudeste asiático. Krung Thēp: Mūnnithi Khrōngkān Tamrā Sangkhommasāt læ Manutsayasāt. 2012.
Pons Muzzo, Gustavo. Las fronteras del Perú: historia de los límites. Lima: Ediciones del Colegio San Juan. 1962.
[1] PhD en Historia por la Universidad de Washington, Seattle. Próximamente iniciará una estancia como investigador postdoctoral en el Asia Research Institute de la National University of Singapore donde continuará con sus investigaciones sobre paralelos y conexiones entre el Sudeste Asiático y Latinoamérica. Este artículo fue originalmente publicado por el Southeast Asia Center de la Universidad de Washington el 20 de enero de 2017:
https://jsis.washington.edu/seac/news/re-thinking-latin-american-history-lens-scholarship-southeast-asia/