“SOMOS EL TIEMPO QUE NOS HA TOCADO VIVIR”.
PANORAMA DEL CINE CHINO
Pablo Mendoza [1]
“Somos el tiempo que nos ha tocado vivir”, palabras mencionadas en el filme Tres Tiempos (2006) del director taiwanés Hou Hsiao-Hsien, considerado por la mayoría de los directores de China continental como el mejor director de China. Su película City of Sadness (1989) está considerada como la mejor película en la historia del cine chino.
Decidí venir a China porque vi en su cine los cambios por los que ha pasado este país a lo largo del siglo XX; transformaciones radicales en un corto tiempo, comparadas con las que han ocurrido en otras partes del mundo. El devenir histórico de estos acontecimientos ha sido una constante del cine chino, caracterizado por su gran contenido histórico-social.

Antecedentes
La primera generación inicia con la introducción del cinematógrafo en China en el año de 1896, capturando las primeras vistas (o tomas) de ciudades como Shanghái, así como algunos de los aspectos tradicionalistas de la cultura china como las artes marciales y algunos géneros de la ópera china. La segunda generación corresponde a los primeros realizadores que recibieron influencia de las tendencias cinematográficas occidentales en los años veinte y treinta; fue la primera época de oro del cine chino. Entre los directores más destacados se encuentran Wu Yonggang (Shennv, Diosa) (1938) o la primera versión de Xiao Cheng zhi Chun (Primavera en una pequeña ciudad) de Fei Mu, cuyo remake fue filmado en el año 2003 por uno de los realizadores de la quinta generación: Tian Zhuangzhuang. La tercera generación está integrada por las películas de la guerra de resistencia en contra de la invasión japonesa en los años treinta y fue la misma generación que realizó las cintas propagandísticas después del triunfo de la revolución maoísta en 1949; entre los directores más representativos se encuentran Xie Jin y Xie Tieli, quien falleció en el 2015 y fue declarado Día de Luto Nacional.
La cuarta generación está integrada por aquellos cineastas que empezaron a formarse en el medio cinematográfico justo antes de la Revolución Cultural y que después de la muerte de Mao Zedong fueron los primeros en retratar a la China de la Reforma y Apertura durante los años ochenta; sin duda alguna, el mayor exponente de la cuarta generación es el director Xie Fei y su cinta Benmingnian (1990).
No obstante, de las seis generaciones de directores chinos que llevamos hasta ahora, la quinta es la más sobresaliente, al menos vista con los ojos del mundo occidental, ya que fue a través de esta que el público conoció por primera vez una de las épocas más oscuras en la historia de China del siglo XX: La Revolución Cultural.

Quinta generación
Conformada por Zhang Yimou, Chen Kaige y Tian Zhuangzhuang, los tres directores comparten el mismo estigma de haber nacido en los inicios de la República Popular China (R.P.C.), liderada por la revolución socialista de Mao Zedong.
Para ese entonces Zhang Yimou, Chen Kaige y Tian Zhuangzhuang se encontraban preparando su ingreso a la Universidad, sin embargo sus planes fueron coartados al cerrarse todas las escuelas después de ser proclamada la Revolución Cultural en el año 1966. Los jóvenes del país entero fueron trasladados a zonas rurales para recibir la “verdadera educación”. Diez años duró la Revolución Cultural, que tenía como objetivo hacer tabla rasa de un pasado histórico obsoleto para cimentar desde “cero” la nueva sociedad comunista.
Fue el terremoto de Tang Shan, en 1976, el hecho que marcó el comienzo de una nueva era, no solo por haber sido el movimiento telúrico más fuerte después de haberse fundado la República Popular, sino porque en el mismo año Mao Zedong murió.
A partir de 1978, bajo el liderazgo de Deng Xiaoping, se realizaron una cantidad ingente de reformas que dieron lugar, entre otras cosas, a la apertura de China hacia el exterior. Las escuelas fueron reabiertas y para ese entonces muchas de las personas que como Zhang Yimou, habían pasado años en campos de reeducación, volvían a cursar exámenes nacionales para ingresar a la universidad. La gran diferencia radicaba en que ya no eran jóvenes de veinte años sino rondaban sus treintas.
Esta nueva generación de directores se graduó de la Academia de Cine de Beijing (BFA, por sus siglas en inglés) y empezaron a realizar sus primeras películas próximos a cumplir sus cuarenta años. Estaban sedientos de contar al mundo lo que experimentaron en uno de los peores momentos de la historia contemporánea de China. Desde mi punto de vista, las películas más representativas de los cineastas de la quinta generación son: Adiós a mi concubina (1993) de Chen Kaige, Vivir (1994) de Zhang Yimou y El cometa azul (1993) de Tian Zhuangzhuang.

Adiós a mi Concubina es una cinta clave en la apertura del ámbito artístico del país. Narra la historia política y cultural de China desde antes de que se formara la República Popular China hasta los años setenta, a través de las vidas de sus protagonistas, Douzi y Shitou, dos actores de la Ópera de Pekín. A pesar de que una vez terminado el filme fue duramente criticado por la Administración Estatal de Radio y Televisión, en el extranjero fue un gran éxito. Se hizo acreedora de la Palma de Oro del Festival Internacional de Cine de Cannes en el año de 1993, convirtiéndose hasta la fecha en la única película de China continental en recibir el Gran Premio del certamen cinematográfico más importante del mundo.
La película fue estrenada en China después de algunos años debido a la susceptibilidad del tema: la Revolución Cultural y el tabú de la homosexualidad. Es por ello que, una vez exhibida oficialmente, se convirtió en un símbolo de apertura al tratarse del primer filme estrenado que habla de forma abierta de la Revolución Cultural.

VIVIR
Tras haberse coronado con el Oso de Berlín en 1987 con su ópera prima Sorgo Rojo, basada en una novela del premio Nóbel de Literatura 2012 Mo Yan, el realizador Zhang Yimou no dejaría de reflejar su genialidad al filmar, en un promedio de dos años, una nueva película y convertirse en la referencia cinematográfica más importante del cine chino en Occidente.
Vivir (1994) es la sexta cinta de Zhang Yimou, considerada desde mi punto de vista como su obra maestra. Narra la historia de una familia rica en los años treinta; la madre Jia Zhen (Gong Li) y el padre Fu Gui (Ge You), un holgazán obsesionado con las apuestas quien frecuenta el majiang todas las noches para derrochar los bienes de la familia hasta que un día pierde su propia casa. El padre de Fu Gui se muere del coraje una vez que recibe la noticia y tanto Fu Gui como su esposa son echados a la calle con su hija en brazos.
De entre sus pocas pertenencias Fu Gui encuentra un juego de piying (marionetas de sombras chinas) con las cuales comienza a ganarse la vida como titiritero del pueblo.
Todo transcurre normalmente hasta que llegan las levas de Chiang Kai-shek, conformando el ejército nacionalista que lucha contra los hombres de Mao y los invasores de Japón. Es así como Fu Gui es separado de su familia y en una de las batallas más sangrientas, él junto con un amigo sobreviven de milagro. Al otro día, sobre el campo de batalla no hay nada más que cadáveres del ejército nacionalista. Los amigos se rinden ante el Ejército Rojo de Mao Zedong el cual los hace prisioneros.
Un día vuelven a probar suerte al hacer una representación de títeres para la tropa, ganándose la admiración y el respeto de los soldados. Al poco tiempo, el protagonista regresa a su pueblo natal uniformado con la estrella roja, al lado de su esposa y su hija ya crecida.
Durante la primera década de la fundación de la República Popular su vida es aparentemente estable. Se escuchan rumores de asuntos que empiezan a ocurrir en el país, como la persecución de los terratenientes, de los capitalistas, de los mercaderes. Reciben la noticia de que el dueño de su antigua residencia fue fusilado; Jia Zhen y Fu Gui se percatan por primera vez que haber perdido la casa no estuvo del todo mal, de lo contrario, ellos ya estarían muertos.
La Revolución Cultural comienza y con ella la suma de las desgracias. Jia Zhen para ese entonces espera un hijo, pero debido a que los médicos son expulsados por los nuevos pioneros del socialismo, no les queda más remedio que ser atendidos por los jóvenes inexpertos. Tras chorros de sangre que no dejan de caer sobre la plancha del quirófano, los médicos llaman urgentemente al cirujano que solía estar a cargo, pero, para sorpresa de Fu Gui, este descubre al doctor muerto por asfixia en el pasillo del hospital. Tenía tanta hambre después de haber estado preso en su casa, que engulle con desesperación unos bollos en el trayecto al hospital, se atraganta y muere al igual que el hijo de Fu Gui.
Dicha cinta, como la mayoría de las películas de Yimou (a quien se tacha también de poco original por adaptar importantes novelas chinas a la pantalla grande), está basada en una obra del famoso escritor chino Yu Hua, con quien realizó el guion y a su vez está inspirada en un proverbio chino en el que se explica que un asunto bueno nos conduce irremediablemente a uno malo y viceversa, por más bueno o malo que parezca, la vida es un constante cambio y eso es justamente vivir.

De la crítica social a los éxitos de taquilla
Tian Zhuangzhuang, al igual que Chen Kaige, son originarios de Pekín y sus dos mejores películas compitieron en Cannes en el año de 1993.
El Cometa Azul fue presentada por primera vez en la Quincena de Realizadores de Cannes y Adiós a mi Concubina se llevó el Gran Premio del certamen, al mismo tiempo que el director taiwanés Hou Hsiao-Hsien se hizo acreedor del Premio del Jurado con su Maestro de Marionetas. Un año después, Zhang Yimou compitió en el mismo festival con su cinta Vivir. Fueron los mejores momentos para la afamada Quinta Generación y el cine contemporáneo chino.
A pesar de los éxitos logrados y de haberse consolidado la quinta generación como analítica y crítica, con el transcurso de los años China fue apegándose más a las políticas neoliberales hasta convertirse en la potencia económica que es hoy en día y con el Partido Comunista como la máxima autoridad del país. Los directores de esta generación no fueron ajenos a esta vorágine, lo que repercutió directamente en su creación cinematográfica. Los altos directivos del Buró de Cinematografía implementaron nuevos estándares en los que se permitía la proyección de veinte películas extranjeras al año y el modelo estaría enfocado en el box office, es decir, en las ganancias de taquilla. Es así como llegamos al momento actual de la cartelera china oficial, en la que se pueden ver las grandes producciones de Hollywood y películas chinas de perfil comercial, sin embargo, carentes de contenido, sobre todo artístico y crítico.
Los cineastas de la Quinta Generación tenían que encontrar el modo de continuar con su carrera bajo esta nueva dinámica de mercado y aun cuando los asuntos de crítica social seguían y siguen siendo regulados por la Administración Estatal de Radio, Cine y Televisión, que incluso vetó a Tian Zhuangzhuang por diez años tras la realización del Cometa Azul en 1993.
Fue así como Zhang Yimou, imitando el gran éxito del director taiwanés Ang Lee con su película multipremiada El Tigre y el Dragón (2000), filma su propia versión llamada Héroe (2001), que lleva como mensaje la unificación y la armonía (uno de los eslóganes más recurrentes durante el periodo presidencial de Hu Jintao) de China, ganándose por primera vez el reconocimiento del Gobierno y a partir de entonces su carrera fue escalando a pasos agigantados, amén del mercado y la nueva política de estado. Prueba de este reconocimiento fue cuando a Zhang Yimou le fue encomendada la dirección de la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing 2008.
Tian Zhuangzhuang, una vez cumplidos los diez años de penalización, filmó la secuela de Primavera en una pequeña ciudad (2003), dejando a partir de ese momento la crítica social para adentrarse en la intimidad incestuosa de una familia de burgueses chinos en los años treinta. Dos años después filmó su versión de Héroe: The Warrior and the Wolf (2008), película con fines meramente comerciales. Más sorprendente fue el cambio en Chen Kaige, para muchos de los críticos internacionales considerado como el mejor director chino de los últimos tiempos junto con su homólogo en Taiwán: Hou Hsiao-Hsien. Chen filmó una de las películas más caras en la historia del cine chino durante el primer lustro del siglo XXI: Wuji (The Promise) (2005), una vez más una nueva versión de Héroe y El Tigre y el Dragón. No obstante, el ostentoso presupuesto que fue invertido en una cinta saturada de efectos visuales al final no ganó más que las burlas del público, no por ser una película cómica, sino por lo malo del filme. Sin embargo, Chen Kaige, como una forma de reivindicarse con la China de hoy, alguna vez declaró que Adiós a mi Concubina fue sólo una película por encargo, de la cual siempre se mostró reacio de hacer, probablemente esto lo dijo con un tono de doble sentido y sarcástico hacia la nueva política de “apertura”.

La Sexta Generación
A pesar de todo, y no importando lo turbio de las nuevas condiciones, siempre brotará una nueva hierba: la Sexta Generación.
Se consideran directores de la Sexta Generación a aquellos que empezaron a retratar de manera directa el presente de China, veinte años después de la Reforma y Apertura. A diferencia de los directores de la Quinta Generación, este nuevo grupo de cineastas, recién egresados de la Academia de Cine de Beijing a mediados de los años noventa, dejaron de largo el tema de la Revolución Cultural para adentrarse en lo que está ocurriendo en la China actual. Entre los directores más destacados se encuentran: Jia Zhangke, Wang Xiaoshuai y Lou Ye.
Así como Adiós a mi Concubina es la película más representativa de la Quinta Generación, considero a Palacio de verano (2006) de Lou Ye como la obra magna de la Sexta. A pesar de tener distintos contextos históricos, tienen algo en común: ambas abordan un tema sociopolítico que cruza la frontera de dos décadas. La diferencia radica en que Lou Ye deja de largo la invasión japonesa, el maoísmo y la Revolución Cultural, para centrarse en el movimiento que se derivó de las décadas anteriores y que tuvo su punto más álgido en el verano de 1989.
En términos dramáticos, la cinta se resume en una compleja historia de amor que sin embargo va mucho más allá. El director ha comentado, acerca de Palacio de verano, que se trata de un árbol cuya raíz es el amor de la protagonista, Yu Hong (Hao Lei), así como sus múltiples vertientes conforme los años avanzan, de 1987 hasta los primeros años entrando el nuevo milenio.
Se trata de un recuento de los años transcurridos después de la Reforma y Apertura: el parteaguas del movimiento estudiantil y las consecuencias de este. Se puede ver de distintos ángulos, por ejemplo: muchos no tenían claro porqué se manifestaban y menos a dónde querían llegar. Palacio de verano habla, sobre todo, de la ebullición sentimental, sexual y existencial de una nueva generación que cambia de esquema, pero que a fin de cuentas sigue siendo otra jaula, como en occidente o en cualquier otro rincón del mundo.
La película cierra con el último mensaje escrito por Li Ti, uno de los personajes femeninos, al suicidarse en Berlín, Alemania, después de la caída del muro: “no sé si exista el amor o la libertad, pero en la muerte seremos todos iguales”.

Zoe Peng: entre el documental y la ficción
Me gustaría hablar en particular sobre uno de los directores vanguardistas de cabecera de los últimos años: Zou Peng. Su primera película titulada originalmente Dong Nan he Bei (Este, Sur y Norte) acabó por llamarse Dongbei Dongbei (A Girl From Northern China, 2009) y su segunda cinta Chang E (Sauna On Moon, 2010); dos filmes que representan fielmente los rasgos que constituyen a este nuevo grupo de directores.
Dongbei Dongbei narra la historia de una joven: Xiaoxue, quien al ser engañada por su jefe se embaraza e irremediablemente no le queda otra opción más que abortar. La película, a diferencia del cine de Lou Ye, se “limita” a retratar las cosas tal como son, sin redundar en elementos dramáticos impuestos por el guionista o el director. El cine de Zou Peng, como el de Jia Zhangke (considerado como el máximo exponente de la Sexta Generación) raya entre el documental y la ficción; a veces es difícil discernir si se trata de uno u otro o si son la combinación de ambos, llegando a un límite en el cual es imposible separarlos.
Dongbei Dongbei es un viaje documental con toques preciosistas predeterminados por él y su equipo creativo con quien tuve el honor de trabajar estando a cargo de la dirección de fotografía, donde la cámara mantiene una distancia considerable con los personajes, envueltos en el ambiente invernal de Harbin: los almacenes de ropa donde trabaja la protagonista, que en el pasado eran bunkers construidos con el fin de una posible guerra sino-soviética cuando Mao rompió relaciones con el Kremlin. Los refugios antimisiles son hoy en día enormes corredores de ropa, en su mayoría femenina, ya que a las mujeres de Harbin les fascina estar a la moda. Son jóvenes particularmente atractivas y dado que las temperaturas bajas alcanzan en el invierno entre 25 y 30 grados bajo cero, le atribuyen a la moda una válvula de escape para darse a notar en una región que vive congelada por seis meses durante el invierno.
Dongbei Dongbei es, por un lado, un retrato de la sociedad del noreste chino en una ciudad turística, y por el otro, desenmascara a una juventud harbinesa que vive al día, sin objetivos que no van más allá de pasarla bien con los amigos rodeados de hotpot y cervezas, ver películas porno, videojuegos, etc…. y si se presenta la oportunidad, ligarse a un hombre rico, a veces solo por mera curiosidad, cuyos desenlaces son los mismos en casi todos los casos: abortos. La película cierra con una toma en la cual la cámara fue empotrada en el cabús de un tren, donde apreciamos al fondo cómo vamos dejando la ciudad. Un recorrido vivo y pictórico donde la vida continúa, sin prejuicios por parte del director. La película fue seleccionada para asistir a la 54 Edición de la Berlinale 2009, cinta que junto a Meilanfang de Chen Kaige, fueron las únicas representantes de China continental ese año. Dos meses después se proyectó en el Festival Internacional de Cine de Hong Kong, donde fue acreedora del premio Fipresci (The International Federation Of Film Critics) por su trabajo visual y su compenetración en la vida del noreste de China. Originalmente, el proyecto Dong Nan he Bei (Este, Norte y Sur) estaba concebido como un tríptico de la sociedad china en tres regiones diametralmente opuestas. Fue así como, después de filmar Dongbei Dongbei, Zou Peng continuó con la realización de su siguiente película: Chang E (Sauna on Moon, 2010), retrato de la ciudad portuaria de Zhuhai localizada en la provincia de Guangdong, considerada como la ciudad con el mejor nivel de vida en China, estandarte de la reforma económica siendo que fue de las primeras zonas en abrirse al mercado durante la Reforma y Apertura a finales de los años setenta. Sin embargo, a pesar de ser uno de los mejores lugares en la región, la provincia de Cantón es uno de los grandes corredores de prostitución en el país. El filme plantea, a partir de la llegada de varias mujeres de diferentes partes de China, un lujoso sauna, en el que estas mujeres trabajan, y sus sueños, inalcanzables para la mayoría de ellas pero que plantean la premisa de que todos tenemos el derecho a soñar.

Nueva Era
A partir del 2012, durante el nuevo gobierno de Xi, se llevó a cabo una campaña que combatió beligerantemente la prostitución y que inició en la ciudad de Dongguang, en la provincia de Cantón. Esta y otras campañas abrieron el telón a una Nueva Era (término acuñado literalmente en los eslóganes del nuevo régimen) en la República Popular. Si bien la era de Hu tuvo como uno de sus principales problemas la corrupción, durante la primera década del siglo XXI el país respiraba libertad y daba aire impetuoso al quehacer artístico de esa época, incluido el cine. En contraparte, a partir de la Nueva Era (2012 a la fecha), ha habido un retroceso extraordinario en cuanto a libertad de expresión se refiere y muchas de las películas que se hicieron durante la era de Hu hubieran sido imposible de realizarse en este momento. El nuevo Buró de Radio, Cine, Televisión y Prensa pasó a depender directamente del Ministerio de Propaganda, que implementó muchas más restricciones de contenidos en los medios audiovisuales y cinematográficos; algunos de estos, que por tradición eran abordados en la mayoría de las películas y series chinas, como la lucha armada de los nacionalistas en contra de la invasión japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, fueron sorprendentemente retirados de la pantalla a unos días antes del estreno de la película The Eight Hundred del director Guan Hu, una de las súper producciones del 2019, la cual originalmente estaba programada como la película inaugural del Festival Internacional de Cine de Shanghái. Lo mismo ocurrió con la nueva película de Zhang Yimou, One Second, la cual no fue autorizada por el Buró para proyectarse en la Competencia Oficial de la Berlinale 2019 (la película transcurre en los años de la Revolución Cultural).
El panorama se vuelve aún más gris, como la pátina monocromática de la ópera prima, póstuma y obra maestra del joven director Hu Bo, titulada Un elefante sentado quieto (2018), la cual tiene la singular genialidad de mostrarnos lo que ocurre en la sociedad china hoy a través de sus personajes sumergidos en el microcosmos decadente de una de las capitales provinciales más contaminadas del país, Shi Jiazhuang, en la provincia de Hebei. Hu Bo, quien había escrito dos novelas antes de incursionar en el cine, terminó con su vida el 12 de noviembre de 2017 a los pocos meses después de haber terminado el corte final de 4 horas de duración y ser sometido a los constantes insultos del productor Wang Xiaoshai (director de la Sexta Generación). Lo que mató al director de 29 años fue la propia realidad retratada en su película y se ha convertido en un símbolo de lo que depara a los cineastas y artistas de las nuevas generaciones, envueltas tal vez en un oscurantismo de una Nueva Revolución Cultural, llamada así por el propio director Feng Xiaogang.
[1] Coordinador académico del Centro de Estudios Mexicanos UNAM-CHINA y profesor de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing.