Tecnodiversidad: Una exposición de búsqueda de singularidades digitales entre Colombia y China

Tecnodiversidad: Una exposición de búsqueda de singularidades digitales entre Colombia y China


TECNODIVERSIDAD: UNA EXPOSICIÓN DE BÚSQUEDA DE SINGULARIDADES DIGITALES ENTRE COLOMBIA Y CHINA

Juaniko Moreno[1]

Tras vivir en China durante tres años y haber regresado a Colombia a causa de los cierres fronterizos derivados de la pandemia, me encontré en una posición de perplejidad. Vivir en China sin tener un nexo cultural previo siempre va a ser un reto para lograr comprender los comportamientos, el lenguaje y, sobre todo, la idiosincrasia que subyace en todo lo que acontece alrededor. A raíz de una beca de IDARTES para el desarrollo de una exposición que propusiera el intercambio entre dos países, decidí abordar desde el arte y la filosofía los numerosos puentes que conectan los territorios chinos y colombianos, al igual que la riqueza de culturas que se encuentran en ambos. ¿Pero por dónde empezar?

Resolví aproximarme a la tarea desde una idea de un autor que venía resonando bastante desde hacía rato: tecnodiversidad. El filósofo Yuk Hui tiene un argumento muy sencillo y sin embargo potente: la tecnología no está condicionada a una visión universal, sino que está moldeada por los marcos cosmológicos de cada cultura que la ejerce, se ve afectada por cada episteme en el cual se desarrolla[2]. En otras palabras, el hecho de que haya una búsqueda por carros que se manejan solos como nueva frontera tecnológica, responde más al hecho de cómo las ciudades norteamericanas están organizadas y a la cultura automovilística de Silicon Valley que a una condición antropológica, universal, y primigenia que va a llegar siempre al mismo objeto técnico en culturas y ubicaciones distintas. Los artefactos que usamos para ordenar y transformar el mundo son siempre un reflejo de las concepciones que tenemos del mismo, como, por ejemplo, los templos cónicos Kogui son una versión miniatura del universo (de allí su figura y alineación precisa con el sol en cada solsticio), o sus telares como metáfora de la tierra y la urdimbre que el sol teje con su movimiento a lo largo del año[3].

A la izquierda esquema de concepción del universo Kogi, a la derecha diseño de templo Kogi

A la izquierda carro autónomo, a la derecha mapa vial de Palo Alto, California.

El llamado por la tecnodiversidad es entonces el de identificar y resaltar los métodos tecnológicos divergentes, autóctonos, aquellos que están fundamentados en una arquitectura del cosmos completamente distinta, y con ello evitar el colapso del pensamiento en la singularidad del desarrollo occidental. Este llamado, sin embargo, abre preguntas enormes: si la tecnología tiene un condicionante cosmológico (e ideológico), ¿de dónde provienen los condicionantes de la tecnología que uso diariamente? ¿Existen aspectos de mi localidad que se manifiestan en el uso de herramientas tecnológicas? ¿Cuál es la brecha entre ambas?

Con estas preguntas en la cabeza contacté a mi compañera de estudios Chen TianQi (陈天琪), buscando comparar nuestras experiencias y conocimientos de cada localidad, los artistas que conocemos y que admiramos, y nos propusimos organizar tecnodiversidad.net , una exposición de arte virtual, completamente alojada en la red. Nuestro compromiso fue partir de la investigación y llegar posteriormente a instanciaciones visuales mediante el diálogo con los artistas.

Nuestra investigación arrojó cuatro áreas en las cuales el entendimiento de diversidad tecnológica presentaba mayores vías de exploración en ambos territorios: Sociedades Digitales se enfocó en analizar cómo los grupos sociales y comportamientos en comunidad son traducidos al espacio digital, y cómo el uso de redes esconde una serie de convenciones sociales tácitas que reflejan valores locales. Territorialidad puso el lente en analizar las conexiones entre la infraestructura del internet (cables de fibra óptica, servidores, protocolos, etc.) y el territorio de cada país, sus legislaciones, restricciones, y cómo cada modelo de gobierno tiene su origen en formas de concebir el territorio que se remontan cientos de años atrás. En Esoterismo en línea se procuró indagar en los nichos de santería, prestidigitación y rezanderos, mostrando la traslación de creencias espirituales en el entorno digital, al igual que identificando el andamiaje del mundo que sustenta dichas creencias. Sistemas representándose a sí mismos se enfocó en cosmologías tradicionales chinas y pensamiento indígena, identificando las similitudes de las maneras en que interpretan el mundo culturas tan distantes, y queriendo extraer de allí lecciones valiosas en la búsqueda por diversificar el discurso tecnológico.

En nuestra exploración encontramos cómo la gramática y sintaxis de un lenguaje condiciona el desarrollo de plataformas digitales, y la forma en que podemos comunicarnos a través de estas, por ejemplo: la computación en torno a caracteres chinos es tan distinta a aquella que usa el alfabeto latino que los teclados, algoritmos de predicción de palabras, e inclusive los emojis y stickers acaban por ser fundamentalmente distintos. Encontramos también que el pensamiento colonial y extractivista sobre el que se ejerció el dominio económico y cultural en la Nueva Granada sigue repercutiendo hasta nuestros días, modelando cómo el cableado de la red colombiana conecta necesariamente con las redes de EE. UU. y Europa, y por ende afectando la soberanía que rige en nuestra información. Hallamos también una comunidad esotérica vibrante en ambos territorios, una obsesión por mirar a los indicios del universo y predecir el futuro, que, sin embargo, parte de nociones fundamentalmente distintas de lo que “individuo” y “destino” significan. Por último, encontramos las maneras análogas en que el universo se replica de manera fractal, capas y capas análogas que indican que nosotros, como seres humanos, no estamos separados de aquello llamado “naturaleza”, y que, por el contrario, la tecnología en ambos casos es una manera de establecer puentes profundos entre sistemas, representaciones y conocimientos que exceden nuestra condición humana.

Emocionados con esta riqueza de información, TianQi y yo empezamos con la búsqueda de artistas cuya obra resonara con nuestros hallazgos, pero que a su vez pudiera darles una nueva dimensión. Los artistas de Sociedades Digitales fueron Wilmer Rodríguez y Wang Xi (王茜). El primero interpretó la asimilación social de las plataformas digitales como un archivo de memes, fotos, anécdotas locales e imaginarios de cómo se ve el internet en Colombia. Para su contraparte, por el contrario, esta conglomeración social en la red es una tormenta de ruido, un vórtice de comentarios, retweets, menciones y likes que borran los límites de nuestro conocimiento e identificación personal.

A la izquierda obra de Wilmer Rodriguez Café Internet, a la derecha Who is the bot? De Wang Xi.

Los artistas de Esoterismo en Línea trabajaron ambos en torno a un elemento clave de la prestidigitación: el rezo, la palabra, y la afirmación positiva como medio para transformar nuestra realidad. Valentina Cadena se enfocó en los subliminales, un género de videos en YouTube con afirmaciones positivas que, al escucharlos repetidamente, consiguen resultados transformadores como aprender inglés o tener pies bellos. Por otro lado, Bin Shen (沈宾) y Kwanchak Lee (李昆泽) crearon una tienda de Fulu, talismanes de la tradición taoísta que mediante murmuraciones místicas y su simultánea escritura sagrada, consiguen proteger la privacidad de nuestros dispositivos, o nos ayudan a encontrar el amor digital en Tinder.

A la izquierda obra de Valentina Cadena Subtube, a la derecha Fu Xing Guan de Biin Shen y Kwanchak Lee.

Para Territorialidad, Juan Covelli se embarca en un redescubrimiento del Salto del Tequendama a través de la mirada de Inteligencia artificial y nubes de puntos, buscando sobreponerse a la mirada colonizante y extractivista humana que la ha habitado en los últimos siglos, develando un paisaje contemplado por los nuevos ojos maquínicos que pueblan nuestra realidad. Mientras tanto, Guo Cheng nos muestra su deriva por ubicaciones satelitalmente identificadas como nodos del “gran cortafuegos chino”, o los lugares donde el internet de este país corta el acceso a las páginas extranjeras no permitidas. El conocido videojuego del “dinosaurio sin internet” de Google nos muestra el trazado que la información recorre en internet entre el cortafuegos y nuestra ubicación física.

A la izquierda obra de Guo Cheng Net Wanderer, a la derecha El Salto de Juan Covelli.

Para Sistemas representándose a sí mismos, Chen Xin visualiza el proceso de entrenar una Inteligencia Artificial al aprender a escribir caracteres chinos, y en el transcurso observa cómo este aprendizaje autómata preserva la forma y desconoce el bagaje histórico de cada carácter, una división entre palabra escrita y su significado que se impone en la tecnología actual. Por su lado Juan Pablo Pacheco nos cuenta la historia del Eurytenes Plasticus, un molusco que habita la zona más profunda del océano, y el cual obtiene su nombre al ser identificado con una fibra de plástico en su estómago. Esta contaminación no es un detalle aislado, sino una consecuencia visceral del extractivismo y transformación de la faz de la tierra, producto de la acción humana, denominada por una nueva era geológica: el Antropoceno.

A la izquierda obra de Chen Xin Así habló el monje Akie, a la derecha underworld de Juan Pablo Pacheco.

Al existir solamente en formato digital, cada obra reflexiona sobre la plataforma en la que se encuentra, siendo consciente que no hay idea o discurso sin medio que lo soporte. Son, cada una, exploraciones de cómo las imágenes, videos y textos en la red no son meros sustitutos de obras que existen en la vida real, sino que pueden tener el estatus de obra de arte por cuenta propia. Cada artista propuso una mirada del internet desde la esquina del mundo que permite su algoritmo personal, que al acumularse contribuye a una perspectiva más completa y diversa.

Aunque el objetivo de la beca era obtener una exposición, aquellos que trabajamos en ella la consideramos más un archivo. Es un documento que revela las conexiones ideológicas entre ambos territorios que se camuflan entre las abundantes diferencias. Es un testimonio de cómo la red, a pesar de ser global, es profundamente local. Es probable que nuestras respuestas ante un tema tan complejo apenas escarben una superficie de verdades aún sin explorar, pero son a la vez un punto de partida para conversaciones e ideas que se seguirán hilvanando a futuro.


[1]  Egresado Universidad Nacional de Colombia, actualmente es candidato para maestría en la Academia de Arte China en Hangzhou. Para más información visita juanikomoreno.com

[2] El libro más influyente de Hui para el proyecto fue The question concerning technology in China: An essay on cosmotechnics (2016), el cual es una respuesta directa al ensayo The question concerning technology de Martín Heidegger, de 1977. Esta respuesta está motivada a observar que muchas de las condicionantes utilitarias y de explotación, criticadas por Heidegger en la tecnología occidental, no parecen ajustarse de la misma manera a la tecnología desarrollada en la China clásica, motivándole a trazar su parentesco a las corrientes tradicionales de pensamiento como el Confucianismo, Taoísmo, Legalismo, entre otras. En subsiguientes ensayos y charlas, Hui apunta a que su motivación no es difundir la tradición china como único modelo alternativo a la sincronización histórica y cultural occidental, sino que sirve como posible ejemplo de la necesaria fragmentación de modelos de pensamiento que engendren un futuro diverso, en el cual las maneras de diseñar y actuar en el mundo estén fundamentadas en sistemas de pensamiento distintos. La convergencia en una única versión de tecnología o cultura se ve reflejada en, por ejemplo, la crisis ecológica y el cambio climático producidas por el pensamiento moderno, y la carencia de modelos de pensamiento alternativos con los cuales reemplazarle.

[3] Reichel-Dolmatoff, G. (1975). Templos Kogi: Introducción al Simbolismo y a la Astronomía del Espacio Sagrado. Revista Colombiana de Antropología, XIX. p.199-233